El Ejército israelí aplicó la “directiva Aníbal”, que defiende el uso de toda la fuerza posible para evitar que sus soldados caigan en manos del enemigo incluso a costa de sus propias vidas, durante los ataques terroristas del 7 de octubre.
Según el primer informe de la Comisión Internacional e Independiente de Investigación de los Territorios Palestinos sobre el conflicto iniciado con esos ataques, en al menos dos casos las fuerzas israelíes aplicaron esta directiva, “lo que causó la muerte de 14 civiles israelíes”.
Muerte de civiles israelíes
En uno de esos casos, un tanque israelí disparó contra 13 personas retenidas en una casa en el kibutz de Beeri, uno de los atacados por Hamás y otros grupos armados.
En otro, una mujer murió por los disparos de un helicóptero del ejército de Israel cuando estaba siendo secuestrada.
Se comprobó también la presencia de ocho helicópteros en el Festival Nova, uno de los principales objetivos de los atentados de octubre, aunque en este caso el informe subrayó que no pudo confirmar si desde ellos se disparó a los civiles.
Un respuesta “inadecuada”
En el informe, la comisión presidida por la sudafricana Navi Pillay también asegura que la respuesta de las fuerzas israelíes a los atentados “fue significativamente postergada en sus momentos iniciales, y en muchos casos fue totalmente inadecuada”.
“Algunos pequeños grupos de fuerzas de seguridad israelíes llegaron con lentitud, insuficientes en número, y mostraron descoordinación”, concluye el documento.
También denuncia que las autoridades israelíes dieron prioridad a la identificación de víctimas y la entrega de sus cuerpos a sus familias para ser enterrados, antes que a las pruebas forenses, lo que impidió recolectar evidencias de los abusos cometidos en los ataques, especialmente en materia de crímenes sexuales.
Hamás pudo cometer crímenes de guerra
El informe también estudia con detalle los ataques del 7 de octubre perpetrados por grupos armados palestinos, con abusos que podrían constituir, según la comisión, crímenes de guerra y contra la humanidad, perpetrados de forma coordinada por más de mil miembros del ala militar de Hamás y milicias afines.
En ellos, detalla el informe, fueron asesinadas más de 1.200 personas, de las que al menos 809 eran civiles, 280 mujeres, 40 niños y 25 ancianos de más de 80 años.
El documento relata casos como el de una niña de nueve meses asesinada cuando intentaba esconderse junto a su madre en el kibutz de Beeri, o el de una mujer de 79 años y su nieta autista a las que los terroristas mataron porque caminaban demasiado despacio y dificultaban su repliegue.
Por otra parte, el informe indica que en el Festival Nova murieron 364 asistentes, algunos de ellos cuando intentaban escapar u ocultarse en baños públicos, vehículos o contenedores de basura.
En estos ataques se perpetraron, no de forma aislada sino repetidamente en distintos lugares, actos de violencia sexual, como la humillación a mujeres “mostradas como trofeos”, aunque no se ha conseguido confirmar si se cometieron violaciones, como se denunció en su momento.
Un ciclo de violencia
El informe concluye que ni los ataques del 7 de octubre ni las consecuentes acciones militares de Israel en Gaza “deben verse de forma aislada” sino como parte de un ciclo de violencia y agresión contra el que la única forma de actuar es “garantizando un total respeto de la ley internacional”.
Ello incluye, subraya la comisión, poner fin a la ocupación israelí de los territorios de Palestina, así como a la discriminación, opresión y la denegación del derecho a la autodeterminación de su pueblo.
EFE